julio 2010

Dos días con un iPad

Y es que después de la entrada anterior, esto era altamente inevitable.

Gracias al trabajito que hicimos Nèst y yo en Valdepeñas hace unas semanas, me he animado a adquirir el iPad. Como dice mi amighermano Kase, bordeando la legalidad. Claaaro que si. Y vale que es de segunda mano (no robado), pero si os digo que tiene dos semanas de uso igual me he pasao de largo.

Curiosamente, desde hace unos años, cada producto que saca Apple tiene por igual una legión de fervientes seguidores, y justo enfrente, una legión de furiosos haters («odiadores») de los que ya hay casos documentados de cambio de chaqueta. He leído en algunos «prestigiosos blogs» cómo esos bloggers decían «dios, he pasado de odiar este cacharro a no poder vivir sin él». Sinceramente, nunca lo ví muy útil, pero me pasó lo mismo con el iPod, el iPod Touch, el iPhone… ¿por qué iba a ser diferente? Como dijo el sr. Jobs, este cacharro tiene algo de «mágico». Y qué razón tiene. No me preguntéis qué exactamente, pero lo tiene. Bueno, voy a tratar de ser imparcial.

Los haters dicen: ES UN MARCO DE FOTOS DIGITAL CARÍSIMO. Veredicto: CIERTO. Cuando bloqueas el dispositivo, hay un botoncito para activar el pase de diapositivas y fotos. Todo lo que tengas almacenado en tus álbumes de fotos, irá pasando sinuosamente por la pantalla del iPad mientra no se toque. Si se quiere, claro. Pero no SOLO es un marco de fotos digital, hijos míos.

Los lovers dicen: ES EL ESLABÓN PERDIDO ENTRE EL PC, EL PORTÁTIL Y LOS TELÉFONOS MÓVILES. Veredicto: CIERTO. Un iPad no es para hacer lo que haces en un PC. Tampoco sirve como sustituto del portátil. Ni del teléfono móvil. Realmente es un «gestor de contenidos multimedia» como creo que lo llamaron por ahí. Puedes ver fotos, vídeos, leer libros, jugar, crear o editar documentos, gestionar el correo, estar en todas las redes sociales del planeta, escuchar música, navegar por internet… y todo con la comodidad de esa gran (en todos los sentidos) pantalla táctil que tiene.

Y os lo digo yo: no es lo mismo pegar cuatro dedazos en el iPad de exposición que os encontráis en un MediaMarkt o en una Apple Store que estar cómodamente en el sofá de vuestra casa comprándoos el iPhone 4 desde el iPad (que esa es otra historia xD), o viendo Facebook o Twitter en aplicación, en web, o desde Flipboard como si fuera un periódico. FIjaos:

Como os decía, la navegación por cualquier tipo de aplicación, ya sea Safari, iPod, fotos, mapas, iBooks o lo que sea es sencillamente toda una experiencia. La velocidad con la que aumentas o reduces una imagen, pasas de página, rotas, lanzas, borras, creas es impresionante. La reproducción de vídeo también es magnífica. Incluso desde YouTUBE. Por cierto, la aplicación «YouTUBE» es potentísima:

Y bueno, como en todos los dispositivos móviles de Apple, cuando llega el jailbreak, llega la máxima potencia desatada y los nuevos mundos de experiencias. Me muero por instalarle a este cacharro una consola de terminal Unix (ya sabéis que iOS va sobre Unix/Linux), configurar la VPN del curro y poder trastear en todos los servidores de la empresa desde la pantalla táctil de mi iPad tirado en el sofá. Por poner un ejemplo. :)

¿Para todos los públicos, o solo para frikis? ;)

Si hasta a Ryuk le gustan las manzanas…

Y si no sabéis quién es Ryuk, echadle un vistazo a la wiki de Death Note.

Ya estaréis al tanto de tooooooda la polémica que se ha levantado entorno al nuevo iPhone 4. Que si falla más que una escopeta de feria, que si lo coges haciendo el pino pierde cobertura, que si el sensor de proximidad no furula… Y el caso es que se han vendido ya casi dos millones de iPhones 4 y apenas han habido unas cuantas devoluciones.

Apple es una marca que sabe cómo crearnos necesidades que en realidad no lo son. Qué cabrones.

El primer aparatejo de la manzana mordida que entró en mi casa fue un iPod nano 2G. Porque estos de Apple no solo crean cacharrines, sino GENERACIONES de cacharrines.

iPod nano, segunda generación. Y gris, además.

Lo primero que toca las pelotas (y esto es así) es la obligación de tener que usar iTunes para gestionar el cacharrín. Acostumbrados a los MP3’s chusteros de toda la vida, que los insertabas en un USB y (si había suerte) aparecían como una unidad más en Windows para copiar toda la mierda que les pudiera caber, el iPod no. Este en concreto tenía cierto espacio reservado a ser «unidad USB», si, pero no podías copiar la música ahí a cholón.  Había que usar iTunes. Un programa(*) lento, pesado, con cierta complicación y en muchas ocasiones, desesperante.

Pero oye… con el paso del tiempo ves que iTunes es… una buena idea. Aunque te haga perder horas de tu vida en organizar toda tu música, poner los ID3 Tags de tus MP3’s en orden, añadirle las carátulas, añadirle las letras… Esto es opcional, pero si vas a ser guay, hay que serlo del todo. Arf. Cuesta, pero una vez que lo consigues, puedes decir orgulloso cosas como «iTunes es una grandiosa base de datos musical donde puedo personalizar absolutamente todos los aspectos de cada una de mis canciones, álbumes, vídeos musicales, podcasts, etc». Queda pedante, pero oigan… es cierto.

No sé si por aquella época o después, estaba yo trasteando con mi MacOS Leopard hackeado. Alias «Hackintosh», o alias «Juaquintós». Básicamente, se trataba de instalar el sistema operativo de los Mac en algún PC mínimamente compatible con ellos. Cuando Apple cambió las tripas de sus ordenadores de PowerPC a Intel, todo se hizo más fácil y evidente. Te bajabas una ISO con el trabajo que habían hecho otros, y con un poco de suerte respecto al hardware y con muchas pruebas ensayo-error, podías conseguir tener un MacBastardo en casa. En mi caso, el Asus Z53Jc en el que logré hacer funcionar TODO menos la WiFi, la webcam y el lector de tarjetas. Lo conté en esta entrada.

También conseguí engañar a mi jefe en el curro e instalarlo en un PC de sobremesa, un HP DC7800 al que tuve que añadir una gráfica nVidia de perfil bajo. Y hasta hoy, funcionando como un campeón.

Pero un MacBastardo, es un MacBastardo. Me seguía picando el gustanillo de tener un Mac de verdad. Pero eran TAN caros…

Luego llegó a casa el iPod Touch. No recuerdo dónde lo pillé, pero me salió muy barato. Por esa época, yo era muy reticente a hacerme con un iPhone (por aquello de vender tu alma a Movistar por tres años) y me «conformé» con su hermano pequeño:

iPod Touch. Primera generación, por supuesto.

Con este cacharrico pude comprobar cómo de bien podían hacerse las cosas en Apple. Qué pantalla táctil, señor@s, qué fluidez, qué bonito todo… qué finito. Fue mi compañero inseparable hasta que finalmente me hice con un iPhone 3G. Por aquella época, ya existía el famoso «jailbreak» y podía adquirirse «pirateado y libre».  Y más barato que «legalmente». Así que nos fuimos a ver al moruno de turno, y nos compramos unos cuantos entre unos compañeros y yo.

iPhone 3G. 3G corresponde a tercera generación y al uso que hace de esa red.

Era una maravilla. Tenía todas las excelencias del iPod Touch, pero con funciones de teléfono, conexión a internet permanente, correo, y cientos de aplicaciones (**) que iría descubriendo poco a poco. Pero como todo en informática, y sobre todo en Apple y Nintendo, se quedó obsoleto con el nuevo iPhone 3Gs. Era el mismo cacharro por fuera, pero tenía las tripas mejor puestas. Más memoria, procesador más potente, brújula digital (lo que abría las puertas al mundo de la realidad aumentada)… tanto el 3G como el 3Gs eran una brutalidad de máquina que cabía en un bolsillo. Un teléfono, si. Un iPod, si. Cientos de aplicaciones, chorradas y juegos, si. Pero lo que también era es un terminal unix con infinidad de posibilidades para un sysadmin friki como yo. Vaya que si.

Total, que me hice con el 3Gs al grandísimo precio de cero euros (le vendí mi 3G a uno de mis jefes, y como cuido todo tanto y guardo las cajas y manuales, pues… =P) y comprobé que, efectivamente, aún siendo casi el mismo cacharro, las posibilidades se extendían mucho más allá. Faltaban pocos meses para la salida del iPhone 4, pero ¿quién puede esperar, y más costándote tan pocos euros?

Bueno, en el terreno informático, Apple TAMBIÉN entró en mi casa. Un buen día, un amigo me dijo «tiotiotiotiotiotio, Apple ha renovado toda la gama de iMac, échale un ojo». Corrí a apple.com, y comprobé perplejo cómo se habían sacado de la manga un pedazo de iMac de 27 pulgadas y cuerpo de aluminio, con unos pedazo de procesadores y características internas que echaban p’atrás. Me dije «Joder, qué caro… pero en comparación con la generación anterior… ¡qué poco caro!». Y había un botón azul enorme que ponía «COMPRAR». Pedí auxilio por facebook para que alguien me convenciera de no hacerlo, pero nadie lo hizo. Y dado que tenía unos ahorrillos (diox >__<) acabé pegándole el botonazo a aquél maldito recuadro azul.

Raudos y veloces, los de la manzanica le pegaron el hachazo de su vida a mi cuenta corriente. Pero el nuevo iMac no era más que una promesa. No había fecha de entrega. No había ningún dato concreto. Un mes. ¡¡UN MES ME TUVIERON ESPERANDO!! Mirando todos los días hasta 50 veces la orden del pedido sin noticias aparentes. Medio mundo cortándose las venas porque no tenía su nuevo iMac y en su cuenta faltaban muchos euros.

ARGH!

Pero el día llegó. Y un mensajero feliz. Y un receptor más feliz aún (yo). Fijaos si era un día esperado, que hasta está grabado todo en vídeo por ahí (la recepción, el «unboxing», la puesta en marcha y las primeras pruebas). Y puedo deciros, y no me equivoco, que es la mejor máquina que he tocado jamás. No digo «tenido», digo «tocado». Y toco muchas máquinas al cabo del día. Qué maravilla. Enorme, rápido, efectivo, grandioso.

iMac de 27". Ni idea de qué generación será XD

El minitecladillo no me terminaba de convencer, así que me hice con un Logitech DiNovo Mac Edition super cómodo, y dejé el otro para conexiones ocasionales con otros ordenadores. También adquirí un hub USB/FireWire moshi Lynx, y un control Griffin PowerMate super útil para cosas como la edición de vídeo, por ejemplo. Luego un disco externo Iomega de 500 gigas para backups (bendito Time Machine), otro Iomega de 2Tb para contenido, y diversos discos más ahí apilados para lo que hagan falta.

moshi Lynx
Griffin PowerMate

Con el paso de los meses, cómo no, pensé… ¿qué hago que no tengo aún un portátil de Apple? Tenía el Asus con Juaquintosh, si, pero ¡no era Apple! No funcionaba absolutamente bien, aunque lo hacía muy dignamente. Vendí hace poco el Asus Z53Jc que tenía con mi querido «Juaquintosh», porque gracias a un amigo, me hice con un MacBook Pro «off the truck edition» (vamos, de esos caídos de camión) por 250 ridículos euros.

 

MacBook Pro. De los primeros, creo, pero va como un tiro el jodío.

También tenía arriba un PC totalmente construído a mi gusto hace relativamente poco tiempo. Un QuadCore magnífico con componentes-caviar, caja de diseño y periféricos de lo más molones. También está vendido.

En caso de que necesitara Windows, tengo un par de ellos virtualizados. Los suelo usar para conectarme al curro por VPN sin perder la conexión a internet en el Mac (vivan los dispositivos de red virtuales). Y en el improbable caso de que necesitara Windows de forma «nativa», tengo en el trastero mi viejo Pentium 4 con Windows XP (que virtualicé en una imagen de VMWare Fusion y va mejor que el físico) y un pequeño Acer AspireONE al que también le instalé un Juaquintosh, Windows 7 y Moblin en arranque triple.

¿Y por qué? ¡Porque puedo! XD Pensaréis que cago dinero, y nada más lejos de la realidad. Todos los iPod’s y los iPhones han sido adquiridos bordeando la legalidad. El MacBook Pro, ya os digo, caído de camión y por 250 pavos. Lo que si dolió fue el iMac de 27″, aún me está doliendo. Pero no creáis que por ello me he arrepentido en ningún momento. Sin más, os dejo con casi todos mis iCacharrines:

Mi escritorio. Clic para ampliar un poquejo.