WannaCry?

Pues sí, wanna cry fuerte.

No voy a ponerme en plan Chema Alonso ni a daros consejos de gurú recalcitrante para dármelas aquí de experto. Solo voy a llorar un rato.

Como todo el mundo sabe ya, el viernes mucha gente se descojonaba de Telefónica en las redes sociales porque fueron víctimas de un ataque de Ransomware (o «ramonware», según TVE). Como con cualquier cosa que pasa en este país, todo el mundo empezó con las gracietas, los memes, los «esto con linux/Mac no pasa»… Incluso Antena 3 coló al negro del WhatsApp en la noticia, sin tener nada que ver. Microsoft ya ha hecho su análisis de la movida (de la del ransomware, no del negro del WhatsApp).

En mi curro, mis compañeros comentaban el tema en voz alta, riéndose también de lo ocurrido, enseñándose capturas de pantalla de las noticias y jijiji jajaja. Fui el único imbécil que se puso a revisar si podría afectarnos en algo. Wanna cry?

Conforme avanzaba la mañana, iban saliendo datos del virus en cuestión. Otro ransomware que requiere de la colaboración de un inefable usuario que abra el típico correo de «aquí está tu factura que parece un virus pero no lo es.docx» o «has ganado cien iPhones 9 y tres Teslas, pulsa aquí» y la líe parda. No hace mucho, nos colaron un cryptolocker flojito de la misma manera durante mi primer día de vacaciones. Y mira que hemos avisado. Wanna cry?

EN FIN, comprobé con cierto descanso que la vulnerabilidad estaba parcheada desde el 14 de marzo. Soy el encargado* del WSUS (servidor de actualizaciones interno para los PC’s de la empresa). También soy el encargado* del antivirus a nivel PC, servidor, anti-spam… Ya tenía todo parcheado y actualizado, excepto -claro está- los servidores. Porque soy un administrador de sistemas al que no le dejan administrar servidores. Cosas de ¿criterio? de mis jefes itinerantes. Wanna cry?

Por mi parte, abrí la consola de WSUS, saqué informes relativos al parche en cuestión, y solo había tres PC’s con la instalación pendiente. Malditos developers que nunca reinician. Tiré de BatchPatch (software penco pero útil donde los haya) y forcé instalación y reinicio, previo aviso, a los PC’s que faltaban. No llevó más de 15 minutos, y ya tenía la red peligrosa (la de usuarios) parcheada.

Hice todo lo que creí conveniente para asegurarme bien, e informé puntualmente a mis compañeros/jefes con toda la información recabada y las acciones tomadas. Advertí de la urgencia de parchear los servidores ASAP (puede que hiciera más de un año de la última vez), pero nadie pareció inmutarse. Yo salía a las 15h, así que pensaba irme con la tranquilidad agridulce de haber hecho mi trabajo hasta donde me dejan meter mano.

Diez minutos antes de irme, llega a mi sitio el jefe de los externos que se encargan de administrar los sistemas (deberíais haber visto mi cara al escribir esto) y me comenta que mi jefa le ha dicho no se qué de un boletín de seguridad de Microsoft. Que qué tal con eso. Me hago sangre del facepalm, le digo con todo el esfuerzo del mundo que hacía más de una hora que les había informado de todo y que los parches en los PC’s estaban desplegados desde marzo. Me hace un Rajoy como cuando saltó con lo de «¿y la europea?» preguntándome «¿y los servidores?».

  • Los servidores se parchean manualmente para no arriesgarnos a reinicios o a efectos inesperados de las actualizaciones.
  • Pero solo habría que reiniciar porque están las actualizaciones automáticas puestas, ¿no?
  • No.
  • ¿No?
  • No.
  • ¿Cómo que no?
  • Como que no.
  • Pero me han dicho…
  • Te pueden haber dicho misa, compae. Las actualizaciones automáticas están DES-HA-BI-LI-TA-DAS en todos los servidores. Y hace más de un año que no se parchean.
  • Madre mía, entonces vamos a tardar DÍAS.
  • Obvio, pero ¿qué tal si simplemente instaláis ESTE parche en cuestión?
  • Ah, ¿tienes el enlace de descarga?
  • Sí, y tú también, en tu correo, hace hora y media.
  • Ah.
  • Seh.
  • Bien.
  • ¿Algo más?
  • No, todo claro.
  • Pues suerte.

Como por cuestiones de salud mental desactivé el correo corporativo en el móvil, al llegar hoy (porque ayer fue fiesta en Madrid), he estado viendo que han estado todo el puente parcheando servidores. ¡Menos mal!

Pero me encuentro correos de mi jefa preguntando cosas de las que ya informé el viernes. Que si los PC’s están parcheados, que si la abuela fuma… es desesperante. Y como toda buena empresa que se precie, todavía quedan servidores y PC’s «históricos» (de éstos que no puedes actualizar porque ‘lo que tiene instalao no va’) en 2003 y XP. También he informado de que Microsoft ha sido tan amable de sacar parches para sistemas no soportados, pero han vuelto a sonar grillos.

Nada, compañeros. Solo era eso. Quería llorar un ratito. Y eso que no me pilló el toro. Por esto twiteé el otro día lo de…

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*Que a nadie más parece importarle.

Epson EcoTank

Ahora que tenemos impresoras láser tan asequibles para el mercado doméstico y laboral, Epson ha decidido darle una vuelta de tuerca al mercado de las multifunción de inyección de tinta a color con la serie EcoTank. La principal característica de estas impresoras es librar al usuario final de la compra y cambio de cartuchos. En lugar de este sistema, utiliza unos depósitos que el propio usuario rellena con botellas de tinta (con muchísima más capacidad que un cartucho al uso) y que la propia impresora se encarga de ir llevando a los cabezales según lo va necesitando.

Me enviaron una unidad de prueba del modelo destinado al usuario doméstico (la Epson ET-2250), valorada en algo más de 300€ (actualmente podemos encontrarla por algo menos 270€ en Amazon) y os voy a contar cómo fueron las pruebas.

La típica caja de impresora
La típica caja de impresora

Al abrir la caja, donde solemos encontrar los cartuchitos de tinta, encontramos cuatro botes de considerable tamaño con las tintas de cuatro colores que comprondrán nuestras impresiones:

¡EL UNBOXING!

Uno de los papeles nos avisa de que el nuevo sistema de rellenado de tinta requiere de cierta intervención del usuario para ir viendo cómo van los niveles. Tiene sentido.

Epson ET-2250
Nosotros te avisamos, pero ve echando un ojo de vez en cuando.

Y aquí tenemos la impresora en cuestión. Lo que más llama la atención es esa protuberancia a la derecha. Efectivamente, son los depósitos de tinta que procederemos a rellenar según las instrucciones:

La Epson ET-2250 en todo su esplendor.
La Epson ET-2250 en todo su esplendor.
Detalle de los depósitos.
Detalle de los depósitos.

Aunque la impresora trae la característica de conexión por WiFi, no hubiera estado de más que hubiera traído también el cable USB para conectarla al ordenador. Pero ¿cuántas veces hemos comprado una impresora y venía sin el dichoso cablecito? Esto debe ser como aquellas líneas aéreas que redujeron costes quitándole una aceituna del aperitivo a cada pasajero. EN FIN, busco un cable USB y procedemos a la instalación del software.

¿Llenar tu PC de software que no usarás ni una vez? ¡Claro, por qué no!
¿Llenar tu PC de software que no usarás ni una vez? ¡Claro, por qué no!

Y aquí, personalmente, es donde empiezo a ver aspectos mejorables. El software de Epson en 2016 parece el software de Epson en 1995. El proceso de instalación, aparte de ir copiando el software correspondiente, te va guiando en los pasos a tracción animal que debes ir llevando a cabo para dejar la impresora lista de papeles (y nunca mejor dicho).

Esto te va a doler más a ti que a nosotros. Please, wait.

Mientras el software de Epson va invadiendo nuestro sistema, pasamos al crítico momento de rellenar los depósitos con la tinta facilitada. Aquí hay un pequeño momento #Mindfuck, porque te dicen que rellenes hasta la marca del depósito, pero que no dejes el bote a medias. Y al principio parece que no puedes gastar todo el bote sin pasarte de la marca, pero sí: se puede. No os dejéis engañar por la tinta residual que queda en las paredes del bote, que da justito para no pasarse demasiado.

Los botes llevan un taponcito de plástico que podemos romper con los dedos (y luego sirve para volver a tapar el bote si le damos la vuelta). Tened a mano una servilletita o un trapo, que este proceso quizá no sea todo lo limpio que fuera deseable.

Como no soy racista, empiezo por el negro.
Como no soy racista, empiezo por el negro.

Los depósitos van tapados a presión con un tapón de goma que encaja sin mucha dificultad, pero me pregunto si no hubiera sido más seguro ponerles algún tipo de rosca. En fin, vamos rellenando los depósitos con los cuatro colores:

Os aseguro que tuve mucho cuidado, no soy tan torpe.
Os aseguro que tuve mucho cuidado, no soy tan torpe.
El negro, ya vacío, amenazando con manchar todo lo que se le acerque.
El negro, ya vacío, amenazando con manchar todo lo que se le acerque.

Una vez hemos terminado de exprimir los botes al máximo (ni que decir tiene que como nos equivoquemos de color la habremos liado pardísima), veremos que tenemos nuestros cuatro depósitos llenitos hasta la marca del máximo y un pelín más. No os preocupéis, que todavía nos queda el proceso en el que la impresora se «lleva» la tinta a los inyectores.

Locked and loaded!
Locked and loaded!

Cuando hayamos confirmado al programa de instalación que ya tenemos los cuatro depósitos cargados, nos pedirá que pulsemos un botón físico en la impresora para comenzar el proceso que os decía:

Iniciar trasvase Tajo-Segura.
Iniciar trasvase Tajo-Segura.

Aprovechamos esos 20 minutitos que nos dice que va a tardar el proceso para sumergirnos en disolvente y quitarnos las manchas de tinta que se nos hayan podido quedar en las manos.

¡Basta de manchas!
¡Basta de manchas!

Una vez hemos vuelto de nuestro baño en disolvente, vemos que el proceso de carga de tinta sigue ahí. Y dura. Y dura. Y dura más de lo que A LO MEJOR sería deseable, pero tampoco nos pongamos quisquillosos…

Epson PLS
Epson PLS

El esqueleto es una dramatización, claro (autor: Wayne en DeviantArt). Podemos contemplar el proceso tanto en la pantallad e instalación de software como en la pantallita LCD de la impresora:

Estamos trabajando en ello
[Voz de Aznar] Estamos trabajando en ello [/Aznar]

Con un par de fiestas de cumpleaños más por medio, el software habrá terminado su instalación y veremos el mítico monitor de estado de las impresoras Epson (el que os decía de 1995). Esta parte del software está pidiendo a gritos una modernización a toda costa:

Ye olde Epson monitor
Ye olde Epson monitor

Y como todo buen software de impresión que se precie, nos dará la opción de imprimir una página de prueba para ver si todo está correcto. ¡Cómo resistirse! Es un fetiche que tengo, las páginas de prueba de impresión. Llamadme raro.

Success!
Success!

Aquí ya podemos ver que la calidad del texto es correcta, sin distorsiones evidentes, pero demasiado lejos de la calidad que puede darte una impresora láser de 80€. Pero bueno, ¡solo es la página de prueba! Vamos a darle caña.

Conecto la impresora a la WiFi del curro para probar el AirPrint desde el iPhone (un proceso muy fácil, la verdad), y empiezo a imprimir algunas fotos y/o chorraditas que tengo en el carrete. Empezamos con una foto que le hice a la escultura de Pablo Serrano (curiosamente, en la calle Serrano de Madrid) titulada «La fuente y el río»:

La escultura de Serrano en Serrano. Serranoception.
La escultura de Serrano en Serrano. Serranoception.

La velocidad de impresión es bastante buena, y tarda muy poco en empezar a imprimir desde que le doy la orden desde el iPhone. El resultado (en papel normal de fotocopiadora) parece digno.

Primer test OK
Primer test OK

PERO si nos acercamos un poco a la imagen, veremos que hay cantidad de ruido para componer los colores y que los bordes no quedan demasiado bien definidos.

¿¡QUÉ DECÍS!? ¡NO PUEDO OIROS CON TODO ESTE RUIDO!
¿¡QUÉ DECÍS!? ¡NO PUEDO OIROS CON TODO ESTE RUIDO!

Decido que tengo que investigar un poco más ese ruido en los colores y comprobar qué tal se lleva con los degradados suaves. Para ello, tiro de archivo y localizo una foto que hice en una piscina. Veamos:

Mirad todo ese cielo.
Mirad todo ese cielo.

Acerquémonos un poco…

¿Ruido? ¿OVNIs? Inquietante, qué duda cabe.
¿Ruido? ¿OVNIs? Inquietante, qué duda cabe.

Dos pruebas más: una foto con detalles minúsculos (edificios en la distancia) y una de las mejores fotos de la historia (Tuco, el perro de @el_fa haciendo un «Here’s Johhny!» de manual:

Un cachito de Madrid
Un cachito de Madrid
EL RESPLANDOG
EL RESPLANDOG

Los resultados, como hasta ahora. De lejos, guay. De cerca, demasiado ruido y difuminación de bordes.

GROAR
GROAR

Y para ser justos, vamos a tirar un par de pruebas más. Una de texto normal, y otra unos planos hechos en CAD. Ya que nos ponemos, no nos cuesta nada:

Correcto.
Correcto.
No estoy planeando robar un banco ni nada, tranquilos.
No estoy planeando robar un banco ni nada, tranquilos.

Como os decía, correcto con el texto. Podría estar más definido. En el plano, las fuentes pequeñitas sufren bastante distorsión, aunque el conjunto en general queda bastante decente si no se requiere la precisión nanométrica de un plotter profesional. Que tampoco creo que sea el caso, no me vengáis ahora de expertos en todo >: )

Valoración del producto.

Basándonos en el concepto de «adiós cartuchos para siempre» y prometiendo como promete Epson que con una sola carga tendrás tinta para dos años, la idea es francamente buena. Un pequeño comercio o un particular no demasiado exigente con la calidad de impresión encontrará en este modelo una solución muy completa y con un coste de mantemiento muy bajo en el tiempo, a pesar del desembolso inicial. Además, al ser multifunción, tenemos una pequeña fotocopiadora en monocromo o en color y un escaner bastante apañao. La velocidad de impresión es muy buena, y la opción de tenerla conectada por WiFi nos da la posibilidad de liberar espacio en las cercanías de nuestros escritorios.

Para usuarios y necesidades más exigentes, se queda realmente corta. Podría sacrificarse un poco de velocidad de impresión para dar más calidad, y un alimentador para el escaner (como su hermana mayor, la Epson ET-4550, por algo más de 450€ en Amazon) hubiera sido todo un acierto. Pero claro, quizá para eso existe su hermana mayor.

Definitivamente recomendable para el usuario medio harto del cambio de cartuchos y al que no le tiemble mucho el pulso para no ponerse perdido de tinta a la hora de rellenar los depósitos.