No hay manera humorística de contar esto.
Resulta que mi madre y mi tía llevan media vida comprando colecciones de libros, enciclopedias y #cosas a Editorial Planeta. No big deal, ya que uno tiene ya una edad, y en su día me vino muy bien tener a mano la enciclopedia Larousse y lo que «regalaban» con ella. De vez en cuando entraba en casa alguna colección nueva. Que si libros de música clásica, con sus CD’s y su minicadena «de regalo», que si documentales de National Geographic en Laser Disc con su reproductor Laser Disc «de regalo», etc.
Que sí, algunas veces, los libros, los CD’s y los Laser Discs se quedaban hasta sin desprecintar. Algunas veces. La mayoría de las veces.
Antes, se plantaba un comercial en tu casa, te comía la cabeza, te ponía un contrato delante con las condiciones y firmabas la nueva compra -que pagarías en cómodas cuotas sin intereses- y que añadía un pequeño incremento a la que ya tenías anteriormente.
Ahora, mi madre y mi tía tienen ya una edad (rozando los 80) en la que es más fácil «colarles» cosas. Ahora, el contrato te lo enseña el comercial en su tablet y se firma digitalmente con un «pin» que te mandan al móvil. Y te puede llegar copia por correo (como en el caso de mi tía) o no (como en el caso de mi madre).
Todo correcto, de no ser porque los comerciales están estafando a mi madre y a mi tía. Y a mucha más gente, no tenéis más que hacer una búsqueda en Google añadiendo «estafa» al nombre de la empresa.
Y los comerciales son buenos en eso de no tener escrúpulos, no nos engañemos.
Saltan las alarmas.
Por motivos de seguridad (y con su beneplácito, of course), tengo configuradas en mi móvil las cuentas de correo de mi madre y de mi tía. Así me entero de posibles cambios de contratos en suministros (gas, luz, teléfono, etc) y cualquier otra movida que pueda surgir. Así que un 22 de noviembre de 2022, le llega a mi tía un correo con una nueva contratación de Editorial Planeta. Ojo:
Que puedes ser muy fan de Frida Kahlo, oye, pero 5100€ por sus sueños me parece excesivo.
Llamé a mi tía ipsoputofacto, y dio la casualidad de que el jodío comercial seguía en su casa. Y me pasó con él. La conversación, mejor no os la transcribo porque no es agradable, pero básicamente el tipo estaba FELIZ de habérsela colado a mi tía con la excusa de que «mi tía necesitaba esta última parte de la colección porque traía unos certificados de autenticidad que le permitiría vender la colección después, que sin ellos no podría». Yo ya me estaba cagando en su estirpe mientras mi tía decía por detrás que sí, que la quería, que estaba convencida.
No pude hacer mucho más. En indagaciones posteriores, me contó mi tía que el comercial le había dicho que ya tenía comprador para su colección, que no se preocupara. Ahá.
Mi madre, mientras tanto, iba recibiendo en casa robots de cocina y mierdas que usaría una vez o ninguna. Lo mismo, convencidísima de la ventaja de tener esos trastos. Pero no llegaban contratos a su mail.
Un año más tarde…
Vuelvo a ver un nuevo contrato en el correo de mi tía. Esta vez:
Da la casualidad de que en ese momento SÍ me pilla en el pueblo con ellas, pero el comercial ya se había ido. Le pido explicaciones (entendedme) a mi tía y me dice que sí, que el anillo es mu bonito, que lo quiere. Empezamos a echar cuentas, y vemos que -efectivamente- ha pedido tantas cosas, que a base de añadir «solo cinco euros más a su cuota mensual», nos hemos puesto ya en unos 230€ al mes. 230€ al mes de una pensionista.
Consigo hacer ver a las dos que llevan años siendo estafadas y que están pagando muchísimo dinero por artículos que no valen lo que les están cobrando.
Llamamos al SAT de Editorial Planeta
Grabando las llamadas, POR SUPUESTO. Una amable teleoperadora se arma de paciencia y escucha mis explicaciones. Tanto mi madre como mi tía tienen que dar el consentimiento de que sea yo el que «opere» en sus nombres, y así lo hacemos. Concluimos lo siguiente:
- Mi madre ha estado firmando contratos sin verlos y sin recibir copia. Al menos en un par de casos, «alguien le ha llevado libros y le ha hecho firmar para que constara que se los había entregado», cuando realmente era una contratación nueva y nunca informó de tal cosa.
- La teleoperadora me confirma que, efectivamente, es algo muy irregular.
- Están firmando contratos sin saber que están firmando contratos. El comercial les dice que les llegará un código al móvil, pero no les dice para qué.
- Por «suerte», mi madre había hecho esa última firma la semana anterior, así que estábamos dentro de los 14 días del plazo de cancelación y/o devolución del pedido.
- Lo mismo para el último anillo de mi tía (que ni siquiera había recibido).
- La amable teleoperadora me dice que envíe un correo de desistimiento desde cada cuenta (uno desde la de mi madre, otro desde la de mi tía) explicando las malas prácticas de los comerciales y su deseo de no volver a ser contactadas nunca más. Y así lo hacemos.
- Le pido la deuda total de ambas, que asciende a:
- $madre: ~1500€.
- $tía: 7788€ !!!!! (después de haber cancelado el puto anillo).
- Lo de mi madre me parece relativamente normal por tanto puto robot de cocina y tal, pero de mi tía pido relación de compras:
- Tomos «Animales sorprendentes».
- Anillo «Marella» que nunca recibió.
- Tomos «Planeta único».
- Un colchón.
- Tomos «Lugares sagrados» que nunca recibió.
- Tomos de la jodía Frida Kahlo.
- En el caso de mi madre, al no tener copia de los contratos firmados, la teleoperadora me dice que QUIZÁS podríamos hacer algo con el último robot de cocina (devolverlo, vaya). Le dejé todos los cacharros y los libros del último pedido (aún sin sacar de sus cajas) preparados para que los recojan. De esto hace ya casi 15 días y sin noticias.
- Y por supuesto, ni rastro de «ese comprador» que el comercial le dijo a mi tía que ya tenía apalabrado para su colección de Frida Kahlo.
La contestación a los correos de queja y desistimiento llega más o menos una semana después, a la vez, a las dos cuentas. Muy genérico:
Distinguida clienta:
Ante todo, le trasladamos nuestras más sinceras disculpas por la molestias que la acción comercial le haya podido causar.
Respecto a su solicitud del tratamiento de sus datos, le informamos que ha sido trasladado al departamento correspondiente, para su gestión.
Por último, en cuanto a la revisión de la solicitud planteada en su email anterior, daremos respuesta a la mayor brevedad posible.
Mientras, reciba un cordial saludo.
Departamento de Atención al Cliente
Editorial Planeta Grandes Publicaciones
atencionalcliente@planeta.es
954.30.08.62
Nos pasamos por la OMIC
Evidentemente, sabemos que -quitando los últimos pedidos cancelados- hay que pagar esa deuda. Son contratos firmados, y es su palabra contra la nuestra si se han hecho de mala fe o no. Pero nos pasamos igualmente por la Oficina Municipal de Información al Consumidor por si acaso ellos tuvieran algún método mágico para prenderles fuego. Pero no, no lo tienen.
Les echan una bronquita buena a mi madre y a mi tía por dejarse engañar y nos dan la opción de cursar una queja con ellos mediando, cosa que haremos aunque sea solo por molestar. Pero solución como tal, pues no hay. Terminar de pagar y no picar más.
Interés periodístico
Al poquito de cagarme en todo lo vivo por Twitter/X, empiezan a llegarme respuestas de gente que tiene familia con el mismo problema, y me señalan un reportaje de reciente emisión en un canal catalán (link en catalán). Y muy poquito después, me escribe una periodista del programa de Ana Rosa y otro del medio Consumidor Global, interesándose por el caso y a los que, por supuesto, les paso toda la información posible, incluyendo este escrito.
Resumiendo
Esta gentuza tiene montado un chiringuito de estafas impresionante. Cuando la deuda se va acercando a cero, viene un comercial y te engaña. Así te mantienen de cliente ad-infinitum. Hablad con vuestros familiares por si están en este ajo o en alguno parecido y hacedles entender que ni esa colección de libros vale 5000€, ni ese robot de cocina vale 3000€. Que escriban a atencionalcliente@planeta.es desde la cuenta de correo que tengan registrada exigiendo no recibir más visitas ni llamadas, y cancelad cualquier pedido que esté en plazo si es posible. Respecto a la deuda, ya sabéis: toca pagar o meterse en litigios.
Devolver los recibos tampoco es recomendable legalmente, ya que puedes acabar en listados de morosos y la propia Editorial Planeta te puede llevar a juicio.
Y si pilláis al comercial comiéndole la cabeza a alguien cercano, dadle una paliza.
Actualización 1:
Literalmente a los 10 minutos de publicar esto, recibo llamada de Editorial Planeta para recoger el último pedido que le vendieron a mi madre. Respecto al último robot de cocina, aún no saben si se podrá devolver o no. Seguiremos informando.